" Sé regular y ordenado en tu vida, de modo que puedas ser violento y original en tu trabajo" - Flaubert-
Sospecho de las rutinas. Me aburre la reiteración, la uniformidad, el tedio de la repetición incesante.
Me llamo al orden a veces, y consigo a temporadas ser un animal de costumbres, difuminarme en el gentío hasta parecer transparente.
El éxito no me acompaña mucho; en seguida, se me ocurren cosas que harían que los demás abrieran, o cerraran los ojos.
JULIA
Hubiera sido fácil matar entonces a Julia. Una bolita de movimientos torpes y abundante baba que tropezaba por toda la casa. Con un pequeño descuido cuando la llevaba en brazos habría sido suficiente. Decidí, sin embargo, que podía quedarse. He de reconocer que en el fondo me pudo la curiosidad de saber cómo iría evolucionando. Así pude, al pasar los años, comprobar que me perseguía a todos sitios, consideraba mi palabra ley, y no se atrevía a moverse mientras yo no lo indicara.
Ella fue mi juguete. Me escuchaba embobada con esos ojos lacrimosos que siempre tuvo, y se dejaba guiar, fascinada por mi don de mando. Qué sensación de poder más deliciosa decidir por ella, corregir sus vicios, castigarla a veces cuando se portaba mal, fingirme enojada para que aumentara sus gestos cariñosos y su preocupación por mí.
No fue difícil conseguir que siempre estuviera a mi lado. Coarté a tiempo todos sus impulsos de independencia. Desde luego, era lo mejor para ella. Hubiera sido un fastidio tener que rescatarla si se fugaba con un cualquiera, alguien que no la supiera apreciar como yo.
Pero Julia ya estaba vieja. A pesar de solo llevarle seis años, parecía que su cuerpo se regía por leyes diferentes al mío. Una debilidad pegajosa, una tristeza idiota se le había instalado en el semblante. Ya no quería acompañarme siempre, incluso a veces protestaba airadamente ante cualquier intento por mi parte de salir a hacer ejercicio. Dejó de disfrutar de las comidas y los viajes juntas.
Ha sido una suerte que todo esto haya pasado cuando ya no está mamá, ella no lo hubiera aprobado nunca. Jamás se cansó de repetirme, todos y cada uno de los días de su vida: " Cari, las hermanas tienen que llevarse bien; que yo no te vea hacerle nada a Julia"