sábado, 5 de septiembre de 2015

Memoria de calima



     Me ha vencido este verano inclemente y tenaz, desolador y caliente. Me ha derrotado de espaldas con su viento del desierto, me ha derretido por dentro, y me ha dejado un reguero acuoso y lento en la respiración, en los movimientos. No he encontrado sombra que apagara mi sed, agua que me refrescara por dentro.

     Y mientras, una parte del mundo se refugia al socaire acondicionador del fresco eterno, otra se muere a chorros, hacinados, en mares o desiertos. Esto, además del paraíso, también puede ser el infierno.

   Hay sitios en la mente, o en el alma- esa palabra que tan poco gusta leer a mis descreídos-, tan opacos y ciegos... Este verano, devastador y doliente, me ha hecho añorar los más oscuros inviernos.



VAMPIROS
Nunca me gustó la sangre, hasta que no probé la tuya


     Ya no se acuerda, desde su ático azul de vistas al mar, desde su feliz matrimonio de silencios tecnológicos, cuando en el bullicio de un bar, su voz le hacía ensordecer los oídos, y se paraba el mundo, y no había nada capaz de mudar su sonrisa, su fascinación por sus labios.


    No recuerda, desde sus besos sociales sin tocar la mejilla, desde su indiferencia flemática de tacones altos y ropa de marca, cuando el corazón le arrasaba la boca, cuando la sangre se le agolpaba en la sien, cuando descalza se bañaba en sus ojos.

     Se le olvidaron pronto las caricias robadas, el temblor, la sed del alma, la locura de no ver más allá de su piel, el licor adictivo y arrasador de su cuerpo. Y las noches de vela y amor, las vueltas del tenedor en el plato, la impaciencia y las prisas. Y el hambre.

     Y sin embargo, hay noches de luna llena, desde el frescor del raso de las sábanas, en que se despierta, y saca el brazo de la cama, como esperando el ansiado bocado que le devore la sangre, y coge el móvil, y mira el icono con su nombre: No hay mensajes.