lunes, 19 de mayo de 2014

Puro Sado

     Hubo a quien el post Pecados, en Febrero, se le quedó corto, y pidieron más. Espero que esta dilación les haya aumentado la expectación, el deseo.
     La crueldad refinada que supone retrasar a sabiendas lo que produciría un placer lo aumenta, lo lleva hasta su más alto extremo cuando se alcanza.
     En la excitación que produce en las neuronas una actitud, un gesto que nos ofrece promesas de culminar nuestros más íntimos sueños de libertad es en lo que consiste el sexo. 
      No, no está en el cuerpo. No está en el exterior. La piel no es más que un instrumento que debemos traspasar hasta llegar a lo que realmente soñamos. El manejo del hambre y el ansia, la tentación y el deseo, la cercanía, la privación, el premio, la presión del corazón en la boca, los latidos de la sangre en las sienes. Las fantasías solo tuyas. Podemos acariciar, rociar, manipular, pellizcar o lamer un cuerpo que responde a estímulos físicos, pero no será nuestro si no lo es su mente.
     Proliferan en las casas modernas las esposas con plumas, los geles lubricantes de frío, de calor, de colores y sabores exóticos, vibradores, bolas de diferentes tamaños y diversos usos. Todo instrumento es poco para proporcionarnos el ansiado éxtasis de placer, el anhelado relax absoluto del que nos priva nuestra ajetreada vida llena de preocupaciones y estrés. Seguidores sumisos y sectarios de la religión del consumo, nos dirigimos raudos a por la solución y colapsamos las páginas web de objetos eróticos o aprovechamos la aventura anónima del macrocentro comercial para interesarnos en las novedades de las estanterías del sex shop más a la mano. Y practicamos como el que practica deporte.
      No hay comparación entre un orgasmo fruto del deseo más intenso de unas neuronas sedientas y otro que es el resultado de ejercicios físicos, de prácticas medidas, de causas y efectos.
     Lo bueno de esta moda deportiva es que se revaloriza la Literatura Erótica. Para aquellos que despertados por las insidias de Grey, tengan valor para adentrarse en otras verdades: Justine, La filosofía en el tocador, ambos del Marqués de Sade. Pero han de saber que la revelación es posible, y que a su lado las prácticas de Anastasia y Grey no son más que juegos de niños. Para los que busquen experiencias más livianas, cualquier recopilación de las buenas de cuentos eróticos de estación, que los hay de invierno, de verano, de navidad. Y casi toda La Sonrisa Vertical. Y muchas historias más, tantas, como personas. Solo hay que encontrar la tuya.

          UN DELANTAL



     La recibió en el porche, llevaba una copa de vino en la mano y un delantal. No recordaba cuanto tiempo de palabras después, la cogió del brazo, y en el pasillo, le tapó los ojos con un pañuelo. La condujo al comedor. La sentó a la mesa. Ella se derramó por primera vez mientras él le recitaba al oído todas las delicias del menú. No había llegado siquiera a contarle que además, en los postres, ella iba a ser el mantel.

domingo, 4 de mayo de 2014

De partos y visiones

       Se pare con esfuerzo, con trabajo, incluso a veces con dolor. Es mentira esa visión romántica de que al escritor lo visitan las Musas y en un torbellino febril se crea y se consigue todo. Por el contrario, se parece más el oficio al del escultor incansable, que a golpes de paciencia intenta que los demás vean lo que él visionaba en el interior de la mole. Tiene mucho de albañil, que va construyendo  poco a poco, haciéndole hueco al próximo ladrillo, de orfebre meticuloso, que necesita igual de fuerza que de habilidad.   
            Es verdad que ni todos los partos son iguales, ni todos los niños rollizos al nacer; pero la escritura es, al fin y al cabo,  un trance, del que se sale más o menos airoso dependiendo de tu fortaleza, pero también de tu dedicación. Es además una magia divina, un don al que no basta querer para merecer y tener, un esfuerzo ingrato y mal pagado; un segundo en la cumbre después del orgullo de escalarla durante meses, que bajas de bruces  con el primer empujón de alguien que  te lee y a quien no le gustas, y después, vas, y te levantas y vuelves a subir.
          En esta mayéutica infinita que es para mí la vida, se agradece bastante encontrarte con una buena partera, o partero, la cosa es aprender, y en ello estoy siempre.
            Hoy, una de terror.

            VÍNCULO

Durante diez años le pidió a Dios cada día, con egoísmo infinito, que él no se hiciera famoso, solo por no soportar la tortura de ver su nombre en todos sitios. También pedía, si podía ser, que no la recordara. Pero un día, revisando el correo electrónico, encontró un email con su remite y el corazón casi se le sale por la boca. Preguntaba si lo había visto en la tele, y decía acordarse  de los seis meses de cartas de amor,  de los desayunos, y de más cosas; que le gustaría volver a  verla, y volver a usar las cuerdas con  las que disfrutaban tanto.
 Contestó. Sopesó no hacerlo, pero incitarlo con ello a que la buscara era peor. Temblándole los dedos en  cada tecla,  poniendo especial cuidado, buscando la ayuda inestimable de las  palabras neutras, intentó con la respuesta, ante todo, aparentar que lo había olvidado, y que no le inquietaba que él a ella no. Solo procuró que no volviera a sus  ojos la imagen de cuando, por primera vez, la ató. Ni siquiera le preguntó cómo la había encontrado. Las lágrimas y el miedo… se los tragó.
Cuando la veas, fíjate en sus muñecas siempre adornadas con un número excesivo de  pulseras. Lleva las marcas de las cuerdas debajo.

p.d: No importa la edad que tengas, cuando se muere tu madre siempre es demasiado pronto, y no hay soledad en el mundo comparable a que ella ya no esté. Reitero la obviedad de que la echo de menos todos los días, no solo este. Mi padre moría llamando a la suya, quizá yo también tenga la Gracia de no morir de improviso, sino de hacerlo mientras me dirijo a ella para darle un abrazo.