Hubo a quien el post Pecados, en Febrero, se le quedó corto, y pidieron más. Espero que esta dilación les haya aumentado la expectación, el deseo.
La crueldad refinada que supone retrasar a sabiendas lo que produciría un placer lo aumenta, lo lleva hasta su más alto extremo cuando se alcanza.
En la excitación que produce en las neuronas una actitud, un gesto que nos ofrece promesas de culminar nuestros más íntimos sueños de libertad es en lo que consiste el sexo.
No, no está en el cuerpo. No está en el exterior. La piel no es más que un instrumento que debemos traspasar hasta llegar a lo que realmente soñamos. El manejo del hambre y el ansia, la tentación y el deseo, la cercanía, la privación, el premio, la presión del corazón en la boca, los latidos de la sangre en las sienes. Las fantasías solo tuyas. Podemos acariciar, rociar, manipular, pellizcar o lamer un cuerpo que responde a estímulos físicos, pero no será nuestro si no lo es su mente.
Proliferan en las casas modernas las esposas con plumas, los geles lubricantes de frío, de calor, de colores y sabores exóticos, vibradores, bolas de diferentes tamaños y diversos usos. Todo instrumento es poco para proporcionarnos el ansiado éxtasis de placer, el anhelado relax absoluto del que nos priva nuestra ajetreada vida llena de preocupaciones y estrés. Seguidores sumisos y sectarios de la religión del consumo, nos dirigimos raudos a por la solución y colapsamos las páginas web de objetos eróticos o aprovechamos la aventura anónima del macrocentro comercial para interesarnos en las novedades de las estanterías del sex shop más a la mano. Y practicamos como el que practica deporte.
No hay comparación entre un orgasmo fruto del deseo más intenso de unas neuronas sedientas y otro que es el resultado de ejercicios físicos, de prácticas medidas, de causas y efectos.
Lo bueno de esta moda deportiva es que se revaloriza la Literatura Erótica. Para aquellos que despertados por las insidias de Grey, tengan valor para adentrarse en otras verdades: Justine, La filosofía en el tocador, ambos del Marqués de Sade. Pero han de saber que la revelación es posible, y que a su lado las prácticas de Anastasia y Grey no son más que juegos de niños. Para los que busquen experiencias más livianas, cualquier recopilación de las buenas de cuentos eróticos de estación, que los hay de invierno, de verano, de navidad. Y casi toda La Sonrisa Vertical. Y muchas historias más, tantas, como personas. Solo hay que encontrar la tuya.
La recibió en el porche, llevaba una copa de vino en la mano y un delantal. No recordaba cuanto tiempo de palabras después, la cogió del brazo, y en el pasillo, le tapó los ojos con un pañuelo. La condujo al comedor. La sentó a la mesa. Ella se derramó por primera vez mientras él le recitaba al oído todas las delicias del menú. No había llegado siquiera a contarle que además, en los postres, ella iba a ser el mantel.