Llegado el momento de la revancha, hay un instante dulce en el que la boca se te hace agua con la derrota enemiga, en que sueñas con mostrarte implacable y terrible, impío y cruel; piensas en pagar con la misma moneda, en hacer leña del árbol caído, en hacerte un collar con las piezas esparcidas por el suelo en recuerdo de tan gloriosa batalla.
Puede pasar, sin embargo, que cuando lleguen tus tropas al bastión hostil, y enarbolando su pendón tus soldados pidan que sesgues la cabeza del desgraciado que pide clemencia, tú, ya seas otro. Y nada en el mundo curará la herida que dejó su mano, ni siquiera su sangre en tu copa.
Entonces, tu única victoria es haber podido conservar tu esencia, y dejar la vileza para otros. La distancia cocina serenidad a fuego lento, el tiempo siempre está de tu parte, aunque lleves el cuerpo cosido a cicatrices.
Circunstancias
Le hubiera encantado, religiosa como era, haber tenido pálpitos en el corazón, que le temblaran las manos. Que la boca se le hubiera quedado seca, que se le hubieran taponado los oídos con el ruido ensordecedor de la angustia.
Le hubiera complacido, que la sangre se le hubiera agolpado en las sienes y hubiera estado sonando el tam tam en lo mas recóndito de su cerebro hasta caer extenuada de cansancio; que se le hubiera erizado el vello, que no pudiera respirar y hubiera tenido que abrir la boca buscando aire, que se hubiera echado la mano al pecho, que compungida de dolor e impotencia se hubiera inclinado y le hubieran llegado las arcadas de hiel desde la boca del estomago.
Hubiera querido, que de su garganta saliera un grito aterrador y delirante, que se le hubieran desbocado los brazos a tirarse del pelo, que se le hubiera tensado la mandíbula hasta dolerle los dientes de la presión y haberse clavado las uñas hasta la sangre apretando los puños.
Le hubiera gustado, al menos, que las lágrimas silentes le rebautizaran las mejillas, y que su rostro reflejara tristeza.
Pero no. Vio morir a Adolfo como si tal cosa, apenas una saliva espesa que le costó tragar después de que expirara.
Su viuda, era otra.