domingo, 23 de febrero de 2014

El mes maldito

         Febrero, mes en que todo se puede. Tiempo de contrastes en el que cabe la alegría de la Lujuria (ver post anterior), y el dolor de la Melancolía.
         Proliferan en febrero revoluciones y pérdidas, daños, reyertas violentas, cascadas de personas persiguiendo posibles. El humo de neumático lo inunda todo, y las fogatas de vigilia acompañan la soledad del rumbo del mundo. El miedo. La desesperanza. El frío. Como si a los dioses se les hubiera olvidado el hombre.
         Darse una vuelta por los periódicos es más que a veces desolador. Sin embargo, no hay evidencia científica o documentada que yo conozca de que febrero sea más convulso que otros meses,  y aunque se inicie el juicio de Juana de Arco, Hernán Cortes parta a la conquista de de México o mueran Kant, Machado y Moliere, también nacen Galileo, Bécquer, Verne, Dickens y Darwin. Se firman tratados de paz y hay golpes de estado. No hay caso. Mirar a febrero como un caldo espeso en el que nos hierven las entrañas  y en el que nos mordemos más a menudo que otras veces no deja de ser más que una mera especulación, cuestión de vapores de magia.
         Lo mismo llueve que hiela. Sale el sol también a hurtadillas recordándonos la primavera, como para que no caigamos en la desolación. En esta atmósfera pesada, salpicada de imágenes  cruentas que me acompaña estos días, convive también el regusto del último libro que ha dormido en mi mesilla, que me he leído como quien lee un libro de historia. Y claro, va de conflictos: los orígenes y evolución de la guerra en la que aún se destruyen a diario Israel y Palestina. Eso y un repaso a la historia de la Europa del siglo XX. Todo eso y más es Dispara, yo ya estoy muerto, de Julia Navarro. Me alegro de haber pasado por alto mi propio prejuicio sobre el libro que más suena en el año, que casi siempre es el que no me leo, y lo recomiendo para aquellos que os guste la historia, la trama de los conflictos armados y las lecturas extensas.
         No nací en febrero, pero casi. Será esa proximidad al mes de los locos lo que hace que a nada que empieza, se me pongan bocabajo los centros. Es llegar febrero y se me revolucionan los pulsos, se me encoje el corazón.
         Suelo pasearme por este mes tipo alma en pena, replanteándome todo lo imaginable, revisando principios y decisiones  libres. De tanto arrasárseme los ojos acaba por inundárseme el alma. Casi nunca llega la sangre al río, febrero es corto, y alguien inventó el Carnaval, y las letras de las comparsas.
                 
p.d: Gracias Gloria, por acordarte, veintitantos años después, de un comentario que hiciste en una de tus clases de Filosofía, y por pegarme la manía de mirar febrero con otros ojos desde entonces; y por tantas cosas.

4 comentarios:

  1. Gracias por hacernos ver que no somos raros, que muchos piensan como nosotros, hace un tiempo llegué a una conclusión de por qué Febrero es mes de tantas inquietudes, permíteme que la comparta contigo.
    El año está empezando...., Enero pasó rápido y apenas pudimos recuperarnos.... en Febrero tocamos tierra......, bastante desorientados, con ganas de cambiar la vida, el mundo,... pero en cuanto Marzo aparece, nos recuerda que cada año nos pasa lo mismo, y que al fin y al cabo fuimos las personas, las que le dimos nombres a los meses, a los días, a las fechas.... Simplemente el tiempo pasa....
    Por cierto: como siempre.... SIN PALABRAS. Muaaaaacas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Mary.Sólo nos queda una semana de este mes mezclas y contradicciones. Pronto llegará la primavera, que con el soplo de su brisa volverá a alterarnos, y así...los que somos raros somos raros en toda época del año, nos sobran los motivos. Sólo nos queda la sonrisa.

      Eliminar
  2. Fantástica escritura. Supongo que a otros les pasará como a mí; a partir de ahora los meses de febrero nunca pasarán inadvertidos.
    Ya queda menos para el próximo post. Espero impaciente.
    Felicidades.

    ResponderEliminar