domingo, 8 de noviembre de 2015

Efectos secundarios



     Como todos los tratamientos, hacer Terapia también tiene efectos secundarios. Ya me lo advirtió mi equipo médico de cabecera, eso sí, también hicieron hincapié en que la mayoría, serían buenos.

     Una de las mayores alegrías de hacer la Terapia, es la oportunidad que me dais, con vuestros comentarios, ya sea en esta página o por wassap, e incluso en persona, de saber qué os parecen las historias y las introducciones, de comentar hasta una coma. Me encanta cuando os hacéis preguntas, cuando cambiáis de asesino, cuando releéis buscando el giro que hace que la historia funcione.


     Disfruté sobremanera, cuando algunos empezasteis a decir "hago Terapia", en vez de decir leo la Terapia, haciéndola así, tan vuestra como mía. 

     Hoy, soy feliz compartiendo algo que me multiplica ese sentimiento de estar cerca, de que la leéis con entusiasmo y espíritu crítico, de que la Terapia es también vuestra .

    Marcos Martínez me hizo este regalo esta semana. Ha hecho, literalmente, Terapia, escribiendo esta historia. Eso sí, tiene ventaja porque también él es usuario asiduo del Padel Club Esmac, donde habitan los personajes de la historia de la semana pasada. Estoy segura de que a nuestros compañeros les va a gustar, especialmente a Ana Reina, que le encontró a la historia una dimensión sentimental que se verá colmada con su versión.

   Gracias Marcos, por regalármela, por dejarme meterla en nuestro particular laboratorio-quirófano literario, y por dar tu visto bueno para compartirla aquí. Hoy, más que nunca, es tu-mi Terapia.




EL NOVIO

     Cuando su amiga le preguntó, un viernes más, ante aquella deliciosa cerveza del Irish Bar, si tenía algo a la vista ,aún dudó un poco, pero cuando Paula le dijo : "vamos, conozco esos ojos", no le quedaron más fuerzas para resistirse a contarlo.

    Sí, había alguien. Alguien de quien no iba a decirle mucho más, pero que la tenía entusiasmada. Se sentía bastante atraída por él, aunque ella, de naturaleza tímida, no se atrevía siquiera a preguntar por su nombre. Sí que había ampliado su horario en el gimnasio para coincidir con él: Lo mismo hacía Sh'bam, Pilates, que Bodypum. 

     Cada ritual viernes que las amigas quedaban, la conversación siempre terminaba de la misma forma, con Paula insistiendo, intentándola convencer para que se lanzara a la piscina y le propusiera una cita a su misterioso chico.

    La última vez que se vieron, antes de despedirse, le dijo a Paula que se quedara tranquila, que por fin trazaría un plan para acabar junto a él: ¡Ya lo verás!

     Los participantes de la sesión de Pilates comenzaron a llegar al gimnasio, y formaban corrillo hablando de la próxima comida navideña que estaban organizando. El encargado les indicó que fueran subiendo a la sala, que estaba abierta, que Marga había llegado más temprano y ya había subido.

     El cuerpo de Marga yacía tumbado junto al esqueleto que decoraba la sala. En su mano derecha apenas sostenía el pequeño frasco cuyo contenido había bebido hacia unos instantes y que tanto olía a almendras amargas. En la mano izquierda, un papel que decía:

    "Quizá no lo comprenderéis, pero es así como quiero estar: con los ojos lívidos y la rigidez mortal, con la piel poblada de pupas y de gusanos después, que dejarán mis huesos al descubierto, por fin; la mandíbula limpia, con los dientes al aire, las cuencas huecas, y toda mi osamenta engarzada con mimo por algún artesano, que como toque final, me colocará erguida en un soporte con ruedas, en la sala, aquí , a su lado, para siempre”.