domingo, 22 de febrero de 2015

Distancias



     Llegado el momento de la revancha, hay un instante dulce en el que la boca se te hace agua con la derrota enemiga, en que sueñas con mostrarte implacable y terrible, impío y cruel; piensas en pagar con la misma moneda, en hacer leña del árbol caído, en hacerte un collar con las piezas esparcidas por el suelo en recuerdo de tan gloriosa batalla.

     Puede pasar, sin embargo, que cuando lleguen tus tropas al bastión hostil, y enarbolando su pendón tus soldados pidan que sesgues la cabeza del desgraciado que pide clemencia, tú, ya seas otro. Y nada en el mundo curará la herida que dejó su mano, ni siquiera su sangre en tu copa.

     Entonces, tu única victoria es haber podido conservar tu esencia, y dejar la vileza para otros. La distancia cocina serenidad a fuego lento, el tiempo siempre está de tu parte, aunque lleves el cuerpo cosido a cicatrices.



Circunstancias

     Le hubiera encantado, religiosa como era, haber tenido pálpitos en el corazón, que le temblaran las manos. Que la boca se le hubiera quedado seca, que se le hubieran taponado los oídos con el ruido ensordecedor de la angustia. 

     Le hubiera complacido, que la sangre se le hubiera agolpado en las sienes y hubiera estado sonando el tam tam en lo mas recóndito de su cerebro hasta caer extenuada de cansancio; que se le hubiera erizado el vello, que no pudiera respirar y hubiera tenido que abrir la boca buscando aire, que se hubiera echado la mano al pecho, que compungida de dolor e impotencia se hubiera inclinado y le hubieran llegado las arcadas de hiel desde la boca del estomago.

     Hubiera querido, que de su garganta saliera un grito aterrador y delirante, que se le hubieran desbocado los brazos a tirarse del pelo, que se le hubiera tensado la mandíbula hasta dolerle los dientes de la presión y haberse clavado las uñas hasta la sangre apretando los puños.

     Le hubiera gustado, al menos, que las lágrimas silentes le rebautizaran las mejillas, y que su rostro reflejara tristeza.
    Pero no. Vio morir a Adolfo como si tal cosa, apenas una saliva espesa que le costó tragar después de que expirara.
     Su viuda, era otra.

13 comentarios:

  1. Escalofriante. Muchas veces, asusta el pensar, que en ocasiones, despierte el animal que tod@s llevamos dentro. Besos.

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    1. Gracias Montse, por tener siempre comentario para las terapias. Por leerlas y disfrutarlas. Un beso

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  2. Tras leer la Terapia, me pregunto ¿dónde tiene el límite tanta genialidad? No tengo palabras para agradecerte que compartas tu prosa con nosotros.

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    1. No tengo palabras yo, Marcos, para agradecer tanto regalo, tanta atención y tanto lujo. De su genialidad diaria quisiera yo.

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  3. Querida Mila! Se acaban las palabras.... Que mente tan privilegiada tienes!
    Esperando,como siempre, la próxima historia.

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    1. El único privilegio consiste en tener lectores como tú, Ro. Gracias.

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  4. Un relato fascinante, enorme. Gracias por hacernos disfrutar, por tener la habilidad de llevarnos hacia no sabemos dónde y siempre con sorpresa. Miracle Warrior, es usted enorme

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    1. Enorme es usted D. Manuel, que ve grandeza en mí, donde muchos solo verían cuentos pequeños.

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  5. Creo que mi 'oh' no reflejaba con claridad lo que esta terapia me ha hecho sentir: el pulso detenido, la respiración al compás de cada palabra, la sencillez como argumento principal de un relato que no dejará viudo a nadie.
    Oh.

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    1. Cuánto adoro hasta tus Oh!. El ritmo de la vida hecho música es tu prosa para mí. Gracias.

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  6. Que capacidad para mantenernos con el corazón en vilo hasta la última frase, querida! Gracias, Mila.

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  7. Gracias siempre a vosotros, los que al leer regaláis el corazón para poder hace con él malabares

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