Hay un vértigo esencial en contemplar la infinita combinación de pequeñas y frágiles burbujas de circunstancias en las que se sustenta el equilibrio.
Dicen que a medida que te alejas de tu tendencia natural te vas convirtiendo en monstruo; quizá más sano, quizá más cuerdo, quizá más ciego.
Dicen que es inútil las más de las veces huir de tu esencia. No importa cuán rápido puedas correr o cuán recóndito te escondas. Si aún sigues respirando, ella te encuentra.
CURADA
Recibió la noticia con un atisbo de sonrisa de medio lado, de esas en las que se levanta apenas solo una parte de la comisura de los labios mostrando satisfacción. Quería escucharlo de boca del médico, el mismo que la había tratado desde el principio, y que, cuando disertaba sobre su posible y total recuperación, tan escéptico se mostraba en cada visita.
Había seguido al pie de la letra las indicaciones. Había respetado todas y cada una de las dosis y no había perdido ni una toma de medicación. Había asistido convencida y dispuesta a las sesiones de terapia, había acatado sumisa la etapa de las sesiones de rehabilitación. Le había gustado el juego: negación, ira, negociación…
Percibió sin embargo el antiguo cosquilleo nada más el doctor se acercó a reconocerla. Ni siquiera hizo el tímido intento de mirar hacia otro lado. Una vez lo tuvo encima y con el mismo boli que él llevaba colgando del bolsillo, lo mató.
Se alejó deprisa pasillo arriba, con brillo renovado en los ojos y una sonrisa de medio lado, de esas en las que se levanta apenas solo una parte de la comisura de los labios mostrando satisfacción: el Mal, esa terrible adicción.